lunes, 29 de abril de 2013

En la cúpula del Teatro Campos, la compañía Gaitzerdi Teatroa con ' Media vuelta'


Abajo: Kepa Ibarra, María Viadero, Marta Urcelay y Aritz Bengoa. En pie: Bruno Véntola, Rosa Abal, Iñaki Maruri, Edu Zallio e Iñigo Marin. (foto: J. M. M. )


DANDO tumbos como carromato de titiriteros, siempre con los baúles de acá para allá, la compañía de teatro bilbaina Gaitzerdi Teatroa ha cubierto un cuarto de siglo de andanzas y representaciones. Lo ha hecho con Bilbao a cuestas y una pasión a prueba de bombas, capaz de sortear mil y una vicisitudes que hacen de su trabajo un milagroso ejercicio de supervivencia y un hermoso ejemplo de superación. No por nada, durante estos 25 años, Gaitzerdi Teatroa ha trabajado de manera paralela en diferentes campos: en el teatro de calle, y en el teatro de salón; en una intensa labor de enseñanza que puso en marcha hace veinte años una fecunda labor educativa y la realización de todo tipo de eventos culturales, en ese último hallazgo que han dado en llamar células dramáticas.
Van a celebrar toda una vida a lo largo de este año con diferentes espectáculos. Y en este largo vuelo ayer se posaron en la cúpula del Teatro Campos, donde interpretaron una pieza pensada para la calle, de donde les echó la lluvia. ¿He dicho para la calle...? Hace falta una puntualización. No en vano, A media vuelta estaba pensada para ser representada a las puertas del cementerio de Mallona, junto a las cruces. La historia, encajetada en un espacio reducido de seis metros cuadrados -que incluye el ataúd y la sepultura de un personaje imaginario: James Marinetti...-, cuenta con cuatro personajes que se mueven entre la delgada línea que separa la vida de la muerte. Si esa incertidumbre se aliña con una banda sonora acongojante (el piii-piii-piii de los electrocardiogramas que se convierten, en un pispás, en un trágico piiiiiiiiiiiiiiiiiii eterno...), el resultado es estremecedor.
En la cúpula del Teatro Campos, la compañía Gaitzerdi Teatroa celebró sus 25 años de vida con 'A media vuelta'
Así lo sintieron los cincuenta afortunados que ayer vieron el espectáculo en vivo. Edu Zaillo era el tétrico sonidista (algo así como un contemporáneo organista fúnebre...) y Rosa Abal se encargaba de la producción, resolviendo mil y un avatares, con la ayuda de Marta Urcelay. Todo estuvo dirigido porKepa Ibarra y entre la escena y las entrecajas se movieron Bruno Véntola, Iñaki Maruri, Iñigo Marin, María Viadero Aritz Bengoa.Testigos de su trabajo fueron Gorka Moreno, Javier Ballesteros, Ignacio Garay, María Salazar y un buen puñado de gente que admira el teatro contemporáneo, la osadía de pensar en tiempos de parálisis.
Fuente: Deia Digital  http://www.deia.com/2013/04/27/bizkaia/ecos-de-sociedad/artimanas-de-amor-y-la-cruz-del-cementerio

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